Del otro Lado 8

viernes, mayo 20, 2016

Trujillo, como parte del comitote estudiantil de la secundaria, era el encargado de coordinarse con el maestro de educación física, El Botas, a quien le decían así, por su notorio gusto por la música de banda.
A pesar de que había dos tres morrillos que sí la movían en el futbol, necesitaban reforzarse para el torneo intersecundarias donde seguro se toparían con los cucarachos, Trujillo podía influir con El Botas para que cualquiera de sus amigos entrara a la selección
-Que rollo ¿les late? Así podremos chingarnos a los pinchis cholos de la 51.
     Javi intentó hacerse pendejo como si no hubiera oído, pero contestó.
    -La neta yo nel, los deportes no me gustan ni en la maquinitas, ni en el Nintendo y mucho menos en la vida real.
    -A mi ni me mires a la verga loco, ya te la sabes que yo puro beis, si hubiera selección, yo sería el más cabrón de tus jonrroneros- Dijo Abelino mientras hacía un swing con un bat imaginario y se quedó mirando como un pajaro se perdía en  lotananza, cual  fuera una pelota volando la barda de la escuela.
    -¿Que dicen ustedes?- Valentín preguntó a Edgar y a Marquillo.
    Marquillo no lo pensó mucho y como si esperara su turno para contestar dijo que simón, aguevo, que daría el 100.
    Edgar se quedó pensando, nunca había sido muy bueno para los deportes pero su condición física le alcanzó para perseguir al cuchacaracho lacra que le robó sus walkman y podía ser una buena chance de vengarse.

    La selección estaba mayormente conformada por los de tercero que eran los buenos, aunque eran langaros e individualistas y rara vez la pasaban, los de segundo que ya se habían ganado un lugar en el equipo  y un par de niños de primero además de Edgar y Marquillo.
    La mayoría entrenaba con el pants de la secundaria, Edgar apenas llevaba sus tenis de a diario, un traje de baño que era el único short que tenía y una playera blanca de Town & Country.
    -Parece que vas a la playa- Le dijó Marquillo mientras hacían los ejercicios de calentamiento
    -¿Y a ti tu mamá te compró todo el uniforme deportivo o qué? Hasta taquetes, espinilleras y medias a la rodilla llevas.
    El Botas sin moverse de su lugar, llamó a los capitanes para que escogieran los equipos. Las formaciones se armaron rápidamente y cuando llegó el turno de los nuevos, les preguntaron en qué posición jugaban.
    -Soy delantero- se apuró a contestar Marquillo
-Yo juego de lo que sea. Defensa-
-Necesitamos un portero, y delanteros ya tenemos muchos. Así que tú vas a la contención y el Lanchero a la portería.

Maquillo corría toda la cancha peleando el balón como un perro, no era hábil conduciendo la pelota pero recuperaba muchos balones y no daba una por perdida aunque cometiera falta, El Botas le llamó la atención pidiéndole que no lastimara a sus compañeros pero guardara su entusiasmo para el torneo. 
Edgar no hizo nada bajo los tres palos, cada tiro que iba a la portería se convertía en gol, a penas hacía el intento por estirar la mano o el pie mucho después de que el balón ya estaba en la red, tenía miedo de aventarse y rasparse las rodillas, por lo que El Botas lo cambió por el Gordo de primero B quien se puso mas de aguevo que de ganas.
El resto del partido se hizo pendejo en la defensa, evitando el contacto con el balón y automarcandose con sus compañeros que le llamaban Lanchero y Edgar se hacía el desententido porque le cagaba ese apodo, cuando no le quedaba de otra, reventaba la pelota de un punteraso que le rompió la uña del dedo gordo que tenía sin cortarselas desde hace hace quien sabe cuando.




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